Cuando nuestras “verdades” se cuestionan

Hace poco he tenido la oportunidad de impartir una sesión en el Máster en Educación para el Desarrollo que imparte por primera vez este año la Universidad Pablo de Olavide. Y ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido en estos últimos meses por lo "atípico" del perfil de los asistentes. Pongo lo de atípico entre comillas porque en sí no lo es: recién titulados, sin apenas experiencia profesional, y que se encuentran en el momento de decidir qué hacer con su carrera profesional. O sea, lo normal en un Máster. Pero en este caso se da la peculiaridad que todos los asistentes quieren enfocar su vida profesional en el campo de la Cooperación al Desarrollo. Y eso para alguien como yo, procedente del mundo de los negocios es, como decía, atípico". Eso hizo que la sesión derivara desde sus objetivos iniciales a un debate acerca del Modelo Económico existente en el mundo actual. Y a cuestionar asuntos que, para aquellos que vivimos el día a día del mundo empresarial, resultan incuestionables. Pongo un ejemplo: hablamos de Desarrollo Sostenible, y de cómo el mismo consiste en hacer compatible el desarrollo y el crecimiento económico con el respeto al entorno (y especialmente al medio ambiente) y con el desarrollo social. Algo que aparentemente nadie pone en duda en la actualidad. Y sin embargo, las cuestiones empezaron a surgir….. ¿a qué nos referimos por desarrollo y crecimiento económico? ¿a mayores niveles de renta económica? ¿a mayor PIB y mayor renta per cápita? Y, sobre todo, ¿por qué desarrollo económico tiene que ser desarrollo económico tal y como se entiende en el mundo occidental? ¿es que nuestro modelo económico es el único válido? Hubo un planteamiento que reconozco que me resultó especialmente impactante: ¿es sostenible que nuestras camisetas se fabrique en China, cuando podrían fabricarse aquí? "Razonemos": una camiseta es más barata allí porque el coste de mano de obra es menor y el coste de producción también. Ello es debido no solo a su menor nivel de vida, sino también a una menor protección social. Por no hablar de la inexistencia de controles medioambientales o de sistemas de prevención de riesgos laborales. Sumémosle el impacto medioambiental consecuencia del transporte. Y ahora comparémoslo con el efecto multiplicador sobre la economía local que tendría la producción de esas mismas camisetas aquí. Evidentemente, el argumento puede ser rebatido desde varios ángulos, el más obvio, quizás, la "autarquización" de las economías que provocaría. Pero no neguemos que tiene su "fuerza" y, sobre todo, creo que nos tiene que hacer reflexionar acerca de la validez de nuestras "verdades". Porque quizás la solución a las cuestiones que ahora nos queman (desarrollo sostenible, crisis energética, crisis financiera, etc.) estén en ese punto intermedio que aun no hemos encontrado en esta nueva economía globalizada.

Comentarios

  1. Muy interesante la cuestión planteada. En realidad, la misma cuestión que subyace a cada solución a un problema económico en los últimos 100 años.

    El argumento a favor o en contra de la "economía sostenible" es el siguiente: Si la teoría de la "economía sostenible" permanece en el campo de las ideas, sirviendo para influir en la toma de decisiones de empresarios y consumidores, buena es. Si esa misma teoría se emplea como criterio de actuación (o sea, de imposición de sus decisiones) por parte de los poderes públicos, malo.

    Las misión de las empresas no es "salvar el mundo". Su misión es ofrecer en el mercado aquellos productos que desean los consumidores (no voy a ser tan inocente como para decir "necesitan") al precio más bajo posible que garantice la rentabilidad de la empresa a largo plazo. En la medida en que la "sostenibilidad" sea un "deseo" de los consumidores, veremos cómo de forma natural las empresas se dedican a satisfacerlo. Valga como ejemplo cualquier medida de seguridad o confort que un fabricante de coches incorpora en un nuevo modelo; si tiene éxito entre el público, en breve se convierte en un "equipamiento de serie" en todos los coches de su categoría.

    Y es evidente que la sostenibilidad no es de momento un argumento en la decisión de compra de los consumidores. Valga como ejemplo la evolución de la cuota de mercado de los bienes de "comercio justo" frente a las llamadas "marcas blancas" ¿es necesario recordar cuál tiene más éxito?

    Nuestros abuelos no eran tontos. Conceptos como "especialización del trabajo", "intercambio", "producción en cadena",... siguen siendo perfectamente válidos hoy. La "autosuficiencia de la familia (o de la tribu)" está muy bien para pasar un fin de semana (incluso unas vacaciones de verano) con los niños, sembrando trigo, ordeñando la oveja, hilando a mano,... pero tomarlo como criterio de inspiración de la política económica de un país es volvernos para atrás varios milenios en la Historia de la Humanidad.

    Mejor que el blogger se dedique a dar más y más conferencias, a cobrar por ellas y con ese dinero compre el pan y la leche en el colmado de la esquina (nunca en el Carrefour). Así todos seguiremos ganando, incluso si el trigo del pan se ha producido en Senegal.

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  2. Ítem más.

    A la pregunta del blogger "¿es que nuestro modelo económico es el único válido?" hay que responder: No, no es el único válido, hay (y ha habido) otros, pero sin duda es el mejor.

    Si el Dr.Livingstone se hubiera adentrado en el África Negra en el S.XV en lugar de en el XIX, hoy Tanzania y Senegal serían como Brasil, Méjico o Argentina, que no es que sean Alemania o Francia, pero están mucho mejor que la mayoría de los países africanos. Su modelo económico más tribal y autosuficiente les permitía sobrevivir, pero no tanto desarrollarse.

    Lo que a la Vieja Europa le llevó 2.500 años conseguir (desde la Edad Antigua a la Contemporánea) los EE.UU. lo han hecho en 500 años (escasos). Africa y Asia lo harán aún en menos años (todo se aprende), pero lo que está claro es que no lo van a conseguir en décadas; todo lleva su tiempo.

    Para poder hablar de "desarrollo sostenible" primero hay que hablar de "desarrollo". Y desde que los fenicios comenzaron a surcar el Mediterráneo o los persas se dedicaron a cruzar el Himalaya, el desarrollo está íntimamente asociado al comercio, a las rutas comerciales y a los mercaderes y comerciantes. No tanto a los grandes conquistadores ni a las grandes batallas de los poderosos. Confiemos más en las fuerzas del mercado que en los poderes públicos,si de verdad queremos un desarrollo "sostenible", o sea, que se mantenga en el tiempo.

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