El Estado como Empresa

Corren malos tiempos para el Management. Como se dice vulgarmente, "con la que está cayendo", pocos son los que ahora mismo se preocupan por como innovar o modernizar su forma de gestionar, y las preocupaciones se centran en la cuenta de resultados, la tesorería y la gestión comercial. Por eso, hoy no me parecía adecuado hacer una entrada sobre Gestión y prefiero transmitiros una reflexión que llevo haciendo desde hace varios días.

¿Por qué hemos llegado a la situación a la que hemos llegado? Pues aunque caben muchas explicaciones y seguramente no habrá una causa única, en mi opinión se podrían sintetizar la mayoría de ellas en una sola: el Estado no se ha gestionado como una empresa. ¿A qué me refiero? Pues a que el Estado funciona como cualquier empresa: tiene sus ingresos y tiene sus gastos, y a final de año, los ingresos deben ser superiores a los gastos. Si es al revés, la empresa se endeuda, pero siempre en la confianza de que el siguiente año los ingresos superarán a los gastos, y se podrá amortizar dicha deuda. Si esto no es así, concluiríamos que la empresa no es viable (y, por tanto, acabaría por desaparecer).

Sin embargo, en el caso del Estado, esto no es así: no se asumen, por principio, que los ingresos deben superar a los gastos, se da por hecho que siempre existirá deuda pública, y la obsesión es gastar, no ingresar. Nos olvidamos del "cliente" (el ciudadano que paga sus impuestos) y pensamos que una simple subida impositiva resolverá la parte de los ingresos. Y así hemos llegado a la situación actual, cuando los Bancos (sí, los mismos que nos prestan a las empresas cuando tenemos problemas de financiación) han concluido que esta empresa no es viable y, por tanto, deniegan la financiación.

¿Tiene esto solución? Evidentemente, sí. Pero ello requiere un cambio radical. Quizás, si empiezan a gestionar el Estado como una empresa (lo cual supondría una vuelta de tuerca radical), se dará ese giro, y conseguiremos salir de la situación antes de lo que muchos piensan. A ello vamos a dedicar nuestra próxima entrada. Sin embargo..... ¿están nuestros políticos preparados para dar ese cambio? Esa es harina de otro costal....

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