En torno a la creatividad

El mundo de los objetos, de lo físico, de los conceptos morales e intelectuales se mantiene ante nosotros con una terrible dureza. Está ahí, se nos ha dado. Y aunque en el fondo de nosotros mismos sabemos que es relativo, tendemos constantemente a tomarlo como absoluto. "Lo que es, es" se dice: Este bolígrafo que tengo en la mano, este papel sobre el cual escribo, me son tan familiares, tan habituales, que casi devoran la idea de que ellos pudieran ser diferentes a eso que son. Así como la mesa sobre la que yo escribo, la habitación donde estoy trabajando, mi casa, la ciudad,  están a mi alrededor como cáscaras sucesivas, estrechamente ajustadas como las de una cebolla.
El mundo, tal y como creemos que es, se instalado alrededor de nosotros tan precisamente que paraliza totalmente la mínima idea de que pudiera ser de otra manera. Y todavía en medio de mil cambios que se emprenden, somos fieles a esas costumbres, muchas adquiridas en nuestra infancia. Tiramos nuestra "ancla· al pasado e intentamos preservar aquello que nos rodea del mínimo cambio. Sorprende  que cuando hablamos de orden, jamás decimos que lo establecemos sino que lo "restablecemos". El orden mismo es una especie de vuelta atrás. 
Y sin embargo, si queremos avanzar, si queremos innovar, es necesario tomar este mundo compacto, inmóvil y necesario, y darle pequeños "golpes de martillo", quebrarlo, romperlo, volverlo ridículo, destruirlo; o más bien destruir la idea que nosotros nos formamos. Porque esa inmovilidad no está en el mundo; los objetos son disponibles e inofensivos: los cogemos y ellos se dejan, los tiramos y no protestan. Esa inmovilidad está en nuestros espíritus. Así que proponámonos como tarea para este nuevo curso el empezar a usar ese "martillo" e introducir algo de creatividad en nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro entorno.

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